- “Sí, pero agua en sus elementos primitivos, respondió Harding. Creo que algún día el agua será utilizada como combustible, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, utilizados solos o juntos, proporcionarán una fuente inagotable de calor y de luz.” Julio Verne (1874). La Isla Misteriosa.

Una nueva transición, un nuevo paso. De lo viejo a lo nuevo ¿De lo malo a lo bueno? No es para tanto, aunque lo cierto es que el uso de petróleo, gas y carbón (los llamados combustibles fósiles) como fuentes de energía para mover la tremenda rueda industrial, de servicios y doméstica del mundo en que vivimos, genera emisión de gases contaminantes de la atmósfera, ya que estarían intensificando el efecto invernadero, ese proceso por el cual la temperatura en el planeta es compatible con la vida. El tema es que si la temperatura media, anual, global de la atmósfera y los océanos sigue aumentando (se elevó aproximadamente 1 grado Celsius en los últimos 50 años) la cosa se va a poner fea. Se plantea entonces cambiar la matriz energética y apostar a fuentes renovables y a procesos menos contaminantes.

Esta primera entrega sobre la llamada transición energética está enfocada en el transporte. Como se sabe, los vehículos, en su mayor parte, funcionan con nafta o gasoil. Estos derivados del petróleo se combustionan en el motor, generando gases de efecto invernadero (GEI); además, este proceso es poco eficiente en términos energéticos. Mencionemos al bio-diesel, que se elabora a partir de biomasa o aceite vegetal usado, pero su combustión también emite GEI.

A la hora de diseñar la transición energética y reducir la emisión de GEI, entre otros objetivos relacionados con la sustentabilidad, se plantean dos grandes líneas de desarrollo industrial.

Por un lado, está en aumento la fabricación y comercialización de automóviles con motores alimentados con energía eléctrica proveniente de una batería de litio. Como dato actual, Renault acaba de lanzar al mercado el Kwid 100 % eléctrico, empezando este marzo de 2024 con la venta de 50 unidades.

Por otro lado, desde hace décadas se viene investigando y desarrollando la tecnología de las celdas de combustible de hidrógeno tipo PEM. Estas son dispositivos que utilizan hidrógeno molecular como combustible. Su funcionamiento está basado en procesos electroquímicos, hay una transformación de energía química en energía eléctrica. En esta pila, el hidrógeno se oxida, se genera un flujo de electrones que alimenta el motor, los protones se combinan con oxígeno y se forma agua como producto final.

El hidrógeno que constituye el combustible para la celda, se obtiene a partir de hidrocarburos, a partir de etanol, o por electrólisis del agua. Se almacena en el tanque del auto. La condición no contaminante del hidrógeno como combustible dependerá de su origen (materia prima del que se obtiene), y del proceso de obtención y purificación. Para electro-movilidad, los automóviles propulsados gracias a este tipo de tecnología, son denominados FCEV, por las siglas Fuel Cell Electric Vehicle, que significa literalmente vehículo eléctrico de pila de combustible.

Hay que diferenciar este tipo de tecnología, de otros usos del hidrógeno, como el que una empresa radicada en Mar del Plata hizo operativa hace unos años (taller de Av. Jara y Av. Libertad): la electrólisis del agua produce hidrógeno que se inyecta en la combustión, en la mezcla del combustible fósil con el aire. Esto aumenta la energía para la explosión. El sistema no tuvo éxito, las empresas automotrices no lo recomiendan, y por supuesto no garantizan el funcionamiento de los motores de combustión interna, cuando se cambian la mezcla de combustión.

En fin, a 150 años de La isla misteriosa, de Julio Verne, la profecía no se cumplió, pero estamos cerca. ¿Se pondrán en juego determinadas decisiones políticas y económicas, tanto del sector privado como del sector público, para acelerar la transición? Como ejemplos de algunos actores en escena, vaya la mención a Toyota y su auto Mirai y en La Argentina, la investigación y desarrollo de sistemas de obtención de hidrógeno y pilas de combustibles sigue, por ejemplo en el Laboratorio de procesos catalíticos, de la Facultad de ingeniería de la UBA y en el INGAR (CONICET).