Opinion por: Cristian Riccomagno

5 de septiembre de 2021

¡Todos a garchar! ¿Pero a quién, dónde, cuándo y cómo?

A pocos días de las PASO, sólo una cosa es cierta en el sistema político: la incertidumbre Compartir en:

A menos de cinco días de que se realicen las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), la palabra incertidumbre es la que más sobresale en las conversaciones entre analistas que intentan adelantarse a lo que ocurrirá el próximo domingo 12 de septiembre y a sus efectos posteriores.

Es que la sociedad está envuelta en una atmósfera rarísima, acorde a los tiempos post pandémicos. Para ponerlas en palabras de un candidato de la provincia de Buenos Aires, la más importante en términos electorales del país, "la gente está en otra, algunos hasta ni saben que hay que ir a votar y se enteran cuando le das la boleta". Si algo inoculó el coronavirus en la sociedad argentina, tan acostumbrada a vivir en un país repleto de incertidumbre (sobre todo cuando se trata de procesos económicos), fue más incertidumbre. Sin ir más lejos, ya no se sabe cómo saludar: si con el puño, con la mano, con un abrazo...

En ese sentido, el pesimismo se refleja también en las encuestas. En casi todos los sondeos, más del 65% de los encuestados dice que este año en curso es peor que el anterior, y el mismo porcentaje dice que el futuro será aún más desalentador que el presente. ¿La consecuencia inmediata? El desinterés en la política mezclado con una cuota de enojo y frustración.

En la víspera de la veda para publicar encuestas electorales, la mayoría de los sondeos coincidía en que se espera un nivel de participación bajo, aunque mayor del que se media en el inicio de la campaña. No es para menos, la desconexión que muestra "la gente" se relaciona con el paso de la pandemia y sus consecuencias: los problemas que más preocupan a los votantes son varios, especialmente los económicos (desempleo, inflación, tipo de cambio, etc) y la conversación política parece estar en otra sintonía.

Así, los candidatos enfrentan el excepcional desafío de proponer y hablar de un futuro sobre el cual no tienen la más mínima idea, ni ellos ni nadie, de qué ocurrirá. Más que en una campaña, los candidatos deberían tomar nota de que recorren su territorio en medio de una pandemia en la que un día se votará. En este contexto se debe tomar nota del aspecto emocional.

Esta elección es una buena oportunidad para recordar que la opinión pública es una disciplina compleja, que se ha complejizado aún más en los últimos años, producto de la fragmentación de la sociedad. Es decir, una sociedad que no es interpelada fácilmente o, como diría Bauman, “es más líquida”.

Por otro lado, a la incertidumbre de las encuestas se le suma que al kirchnerismo nunca le tocó gobernar con un clima anímico tan desastroso en el que es muy difícil generar expectativas, quizás por eso en el último mes hubo tantos refuerzos y bonos extraordinarios para beneficiarios de Anses.

Así y todo, la insatisfacción con la política creció como nunca antes y se nota, sobre todo, entre los más jóvenes. Más precisamente entre los menores de 25 años y los niveles socioeconómicos más bajos, la base electoral del oficialismo.

La predicción sobre cómo se comportará el voto joven, tan seducido en los últimos meses por propuestas anárquicas de economistas despeinados, sirve, por ejemplo, para entender las frases sobre sexo y drogas que se han lanzado al aire en la última semana. "La agenda de los medios no entra en los pibes", reconoció hace poco la candidata y aseguró que “en el peronismo siempre se garchó”.

La frase está dirigida a un electorado que el kirchnerismo creía cautivo y empieza a sentir que lo perdió. Es un espacio de electores que luego de la pandemia y de permanecer un año encerrados, sin la posibilidad de conseguir su primer empleo, ven al aeropuerto de Ezeiza como la única forma posible que tienen de recuperar sus libertades. Son votantes desenganchados y hartos de la política, amantes del zapping, a los que los políticos siempre buscan pero no saben cómo llegar. Son votantes jóvenes, con intereses nuevos productos de cambios sociales más difíciles de interpretar.

En esta mar de dudas previos a la elecciones del domingo próximo sólo es cierto que, como diría Niklas Luhmann, "en las modernas condiciones, de lo futuro sólo se puede hablar en el modo de lo probable o de lo improbable, es decir, en el modo de una realidad asegurada ficticiamente”.


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