Desde que llegó el momento de definir la nómina de candidatos, Alberto y su gente no lograron leer la elección. De hecho, este domingo, quedó de manifiesto que Victoria Tolosa Paz no sólo no era la candidata de Cristina Kirchner, sino que no era una buena candidata. Siguen sin darse cuenta y el chichón por el golpazo contra la pared se hace más grande.

Cuando se jugaba la rosca para definir las listas de candidatos, Fernández insistió recurrentemente para ser él quien tuviese la lapicera con más tinta. Como el propio Presidente dijo más de una vez, en esta elección se plebiscitaba su gestión, la gestión de un Jefe de Estado débil que, luego de este cimbronazo, quedó aún más desprotegido.

Para marzo de este año cuando empezaba poco a poco a moverse el mundo de las encuestas de opinión pública, el kirchnerismo en territorio bonaerense contaba con candidatos que, puede suponerse, hubiesen hecho una mejor o más digna elección que la candidata de Alberto Fernández. Sin votos propios, con un alto índice de imagen negativa y un alto desconocimiento, Tolosa Paz sacó los votos propios del sello del Frente de Todos.

Luego de la foto de Olivos, desde Casa Rosada insistían con que era una exageración y era una operación mediática darle tanta manija a ese tema y que no iba a tener mayor incidencia en el porcentaje de votos. Decían, off the record, que “la elección pasaba por otro lado”, en referencia a una supuesta recuperación económica que, creía Fernández, iba a hacerlos ganar los comicios.

Es que la Anses, en los dos meses previos a las PASO, todos los días comunicó nuevos bonos, adelantos, beneficios y pagos extra para beneficiaros de todo tipo. Como en todo relato de ciencia ficción la reactivación económica nunca llegó ¿Se habrán inspirado en los creadores del segundo semestre de Cambiemos? Y después de tanto sacrificio y angustia, la foto de Olivos desencadenó las quejas por el hartazgo de la impunidad.

Este punto es importante porque denota la abstracción de la realidad que hay en el Frente de Todos. Como dice siempre un viejo dirigente radical que conoce muy bien la provincia, fue “la chispa que encendió la pólvora”. Sin embargo, la impunidad y la corrupción no son temas que al kirchnerismo le preocupen demasiado. ¿Habrán tomado de su propia medicina sin darse cuenta?

El punto, es que con un estilo Tik Tok, aún en el peor momento del PJ a nivel nacional el Presidente reconoció que estaba derrotado sin reconocer que estaba derrotado.

Primero dijo que aprendieron lo que dijeron los electores (una hora tarde pero lo aprendieron) y además, que habían escuchado “el mensaje de las urnas” e inmediatamente después de que los electores eligieron otro modelo dijo “que estamos ante dos modelos de país” sobre los cuales en noviembre hay que elegir. No entendió nada.

Fiel al estilo kirchnerista, la derrota no fue por culpa propia. “Algo habremos hecho no del todo bien”, espetó como quien dice “me quedó crudo el bizcochuelo de la torta” y le echó la culpa a la comunicación de la campaña y no a su gestión. Es decir, como si una fuerza externa mayor, algo del cosmos, una mano negra nos hizo equivocarnos porque nosotros no hacemos mal. En otras palabras, la gente le pidió un cambio y Alberto mostró más de lo mismo.

La comunicación de campaña es distinta a la de gestión. Especialmente en momentos de crisis, porque en medio de una pandemia, con más de 100 mil muertos, queda un poco raro que quien dice “escuchamos las urnas” luego de semejante cachetazo como dijo Tolosa Paz, aparezca bailando en el escenario con los dos dedos en V. El que le hizo compañía para que Alberto no se sienta sólo fue el gobernador de La Pampa, que dijo “claramente nos sentimos ganadores”.

Como si fuera un chiste de mal gusto, el festejo descontrolado cual pogo ricotero en recital del Indio Solari está fuera de tono absolutamente con el espíritu de la opinión pública. Un dato interesante, que además de un síntoma de debilidad responde a un lucha interna del espacio con Cristina Kirchner y La Cámpora, fue el pedido de auxilio del Presidente cuando dijo “ayúdenme a legar a fin de mi mandato”.

Las reacciones que mostró el sistema económico son un reflejo de todo esto. A diferencia de lo que ocurrió en 2019 con el triunfo del Frente de Todos, el dólar no se disparó y las acciones argentinas en Wall Street subieron un 20%. Un guiño de los mercados ante el triunfo de un espacio al que consideran mucho más cercano que el kirchnerismo.

Como respuesta a una noche para el olvido, Fernández intentó mostrar gobernabilidad, o al menos ejercer lo poco que le queda. La agenda en Casa Rosada lo esperaba con reuniones con ministros, mientras el gabinete entero empieza a prepararse ante los nuevos movimientos internos del oficialismo que sigue pensando que la vida se trata de una lucha de ellos contra el mundo.

En el otro lado de la grieta hay un proceso inverso. Mientras que desde 2019 a hoy el Frente de Todos pasó de la multiplicidad a la homogeneidad, Juntos Por el Cambio hizo lo contrario. Tomó nota del mensaje de las urnas en 2019, amplió el espacio y Larreta y el Pro se beneficiaron con internas con Manes en provincia y con López Murphy en Capital Federal.

Mientras tanto en Casa Rosada, profesando ser sabios se volvieron necios.