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Redacción: Sebastián Jiménez | Pablo Hunger | María Elisa López | Emiliano Gagliano
WebMaster: Emilio Luppi
3 de octubre de 2021
Después del duro golpe que supusieron las PASO para la coalición oficialista, y las fricciones post carta pública de la Vice, las modificaciones del gabinete de Alberto Fernández además de reflejar el proceso típico del PJ en épocas de crisis que es retrotraerse sobre las bases (en este caso los gobernadores), tiene otra lectura: contener la caída.
Como dijo en una charla de café la semana pasada un experimentado dirigente de la provincia de Buenos Aires, las acciones de gobierno en la última semana responden a la necesidad que tiene el Frente de Todos de conservar su base electoral.
“Esto es como si estuvieras rodando cuesta abajo en una montaña. Antes de tocar base, el oficialismo está intentando todo lo posible para conservar lo suyo y evitar una mayo fuga de votos. Está cayendo y antes de llegar a la base de la montaña busca frenar esa caída”. En ese escenario que detalla este dirigente opositor, uno de los encargados del armado del ala radical de Juntos, es en el que debe leerse la entrega repentina de heladeras, cocinas a garrafa (porque en el siglo XXI aún faltan redes de gas en el conurbano bonaerense), y anuncios de relajación en el marco de la pandemia como la vuelta al fútbol con público o el fin del barbijo.
Sin embargo, nada le asegura al oficialismo dar vuelta la elección o al menos remontarla en la provincia de Buenos Aires. Hay un razonamiento posterior a ese escenario antes detallado y que es necesario. Un histórico del peronismo alguna vez lo resumió en una frase: “Reciben con una mano y votan con la otra”.
La desesperación por el voto ha dejado al descubierto que el gobierno de Fernández, que fue presentado en 2019 en Twitter como si fuera una oferta de Kirchnerismo light, en realidad era el mismo producto con las mismas calorías. La salida de Sabina Frederic y el regreso del otro Fernández, Aníbal, son en definitiva las consecuencias del fracaso de la nueva cosmética con la que se pretendía ocultar el viejo peronismo.
Desde hace meses, en más de una ocasión se ha tomado nota en numerosas editoriales y conversaciones políticas de la pésima imagen que tenía la gestión del Jefe de Estado, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Luego de las PASO, esa valoración negativa siguió en aumento entre su público de votantes, es decir, los propios kirchneristas (más del 60%) reprueban la gestión de su Presidente.
Esto explica en parte el rol que adoptó Juan Manzur, que se encuadra en la necesidad de correr de escena al Jefe de Estado que ahora se mueve en lugares recónditos del conurbano en modo protocolar, mientras el ex gobernador tucumano juega a ser el salvador de la gestión. Allí tiene la razón de su representatividad, y seguramente, con una mayor participación en Noviembre, ese sea el distrito en donde llegue la “manito de Dios” que pidió el Jefe de Gabinete del gobierno de científicos.
¿Será esa la misma mano que necesitará el Gobierno para gobernar después de las elecciones y negociar con el FMI? ¿Será esa la mano que necesitará el oficialismo para que surta efectos la repartija de bicicletas, electrodomésticos, comida y hasta plata? A priori, la mano que tiene el gobierno para la elección es la del ¿demócrata? responsable de quemar urnas en Tucumán en 2015 y uno de los gobernadores peronistas que mejor aplica el sistema de dádivas.
En el marco de 40 Años de Democracia.
El documento lleva la firma de residentes de Camet Norte.
A través de la Resolución 01/2024
En el arco de entrada a Santa Clara.
Los vecinos pudieron retirar sin cargo alguno.
La justicia lo dejó en libertad.
Una iniciativa de la Secretaría de Turismo y Ambiente.
Durante la visita del mandatario bonaerense a General Pirán.